Las tres violencias y la búsqueda de la paz. 1947-2002


Las tres violencias y la búsqueda de la paz. 1947-2002

La guerra no tendrá fin si no se admiten prescripciones para las violencias del  pasado. (Renan, 1992)


Pese a que aún existe el imaginario de un pasado glorioso en donde Bogotá era considerada la Atenas de Sudamérica, o donde Colombia representa el modelo de la democracia más antigua y estable de América latina, estas creencias sólo denotan lo superficial que conocemos nuestra historia, una historia compuesta por grandes hombres, antagonistas y batallas que hicieron de nuestro país lo que es hoy. Aun buscamos entender los orígenes de nuestra violenta sociedad entre las ruinas del Bogotazo, como si consiguiéramos la clave para entender un país que estaba en guerra mucho antes de tales eventos, “en Colombia estamos pues, frente a un problema de memoria, no solo con respecto a un acontecimiento temporalmente determinado, sino con respecto a toda la historia nacional” (Sanchez, 2003, pág. 29)
Nuestro país como muchos otros de América, ha tenido que pasar por un largo recorrido  de conflictos armados en su búsqueda por consolidar un Estado-Nación y lograr una democracia formal. Sin embargo, a diferencia de otros países del continente, en Colombia no se ha cerrado el capítulo de violencia generalizada que aparece como un continuum de nuestra sociedad y con características que la presentan única respecto a otras, como si se tratara de una “violencia endémica”. Por supuesto que en Colombia hay mucho más que actos violentos y heridas sin cerrar, pero es innegable que la “presencia histórica de la guerra tiene vínculos determinantes con la construcción de nuestro imaginario de nación” (Sanchez, 2003, pág. 37), y que aún hoy es preciso reflexionar sobre el fenómeno social que significa la  violencia en nuestro país, una manera de contribuir a la reflexión es caracterizando periodos según los procesos que se han generado, teniendo en cuenta los cambios y continuidades propios de una época. Para el caso concreto de este proyecto se ha tomado un periodo que comienza con el asesinato del líder liberal Jorge Eliecer Gaitán el 9 de abril de 1948, acto catalizador del recrudecimiento de la guerra, hasta el fin del periodo presidencial del conservador Andrés Pastrana Arango, quien dejó el poder después de una desprestigiada e inútil oportunidad de encontrar una salida negociada al conflicto armado.
Tres etapas componen el periodo:
1. La violencia bipartidista, que se inicia en 1947 y cierra, al menos simbólicamente, al ser abatidos por el ejército Sangrenegra y Efraín González. El primero cuyo verdadero nombre era Jacinto Cruz Usma, cayó en abril de 1964 y el segundo en junio de 1965. Los dos fueron jefes de cuadrillas dedicadas al bandolerismo, luego del pacto que sellara la reconciliación de los partidos conservador y liberal, origen del Frente Nacional (1958-1974), pacto que dejó sin norte político a los combatientes de ambos bandos que habían hecho de la beligerancia un modo de vida.
2. La violencia revolucionaria, que tiene sus inicios en 1959 con la aventura guerrillera del MOEC (Movimiento Obrero Estudiantil y Campesino), que abortó desde los primeros enfrentamientos con el ejército. Otros grupos aparecieron con el tiempo, de modo que la presión de la izquierda alzada en armas no ha cesado desde entonces.
3. La violencia narcotizada, que se manifiesta con la consolidación de los carteles de la droga, cuya ahogante presencia logró penetrar todos los estratos de la sociedad colombiana. El sicariato y el paramilitarismo, máquinas de muerte que de preferencia actúan contra el ciudadano inerme, quedaron instaurados. (Medina, 1999, pág. 19)

Son más de cincuenta años en los cuales han cambiado las particularidades del conflicto pero no su esencia violenta, donde han ido y venido distintos gobiernos; ha crecido la población desplazada; ha cambiado la tecnología de la guerra y el negocio de la guerra; han sido abatidos jefes guerrilleros; desmovilizados o desaparecidos grupos armados y políticos, a la vez que se integran otros complejizando el espectro de actores que rivalizan en el teatro llamado Colombia.
Durante el gobierno conservador, el régimen militar y el acuerdo de la elite política que generó el frente nacional, la tendencia fue de concluir por la vía armada el conflicto, mientras que con los cambios políticos de 1980 se buscó la salida negociada, siendo el proceso de paz del ex presidente Belisario Betancur el que marcó la diferencia con gobiernos anteriores, y una tendencia con los siguientes, permitiendo cierto estatus político a la insurgencia y convirtiendo el dialogo en un instrumento cada vez más recurrente, hasta el fallido proceso del Caguan, donde, como si la historia se repitiera, el país vuelve a la “mano dura”.
Sin embargo, en estos procesos de paz y de guerra, de intensivo combate y treguas interrumpidas, los atentados, masacres, y continuos abusos a la sociedad civil se han mantenido como parte del diario vivir de la sociedad colombiana. Es así que se puede afirmar que el común denominador de este periodo es la violencia misma, que poco a poco se ha “transformado en un hecho cultural de carácter global y en una actividad económica descomunal, ha penetrado todos los sectores de la sociedad y ha marcado la idiosincrasia misma de la nación.” (Méndez, 2010).
Según (Sanchez, 2003, pág. 48) violencia es un término polisémico que en nuestro país corresponde
en primer término, una forma adjetiva de la guerra (…) un periodo histórico determinado; es una forma particular de la guerra caracterizada por la pluralidad de procesos y no por simples relaciones binarias; pero la violencia también es un  ´componente dentro de la guerra´, un modo de hacerla, la violencia es pues, una guerra sin nombre,
o con muchos nombres, pues no son pocos los teóricos que han tratado de nominar esta situación; guerra civil según William Ramírez Tobón, guerra contra la sociedad para Daniel Pecaut, guerra contra el estado según Eduardo Posada Carbó, guerra irregular y guerra sucia para otros, o para redondear, como diría Gonzalo Sánchez: “la guerra actual es una acumulación de Guerras: guerra de guerrillas, guerra de narcos, guerra de paras” (Sanchez, 2003, pág. 53)

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